La paradoja de la privacidad
Cuánto te preocupa que los magnates de la información sepan aspectos íntimos de tu persona, de tu familia, cuántos de estos aspectos eres capaz de revelar a cambio de servicios tecnológicos, a cambio de “mejoras en tu calidad de vida”. Estudiar las posibles respuestas a estas preguntas es lo que ha resultado en lo que llamamos la paradoja de la privacidad.
Todo en la vida tiene precio, todo debe ser pagado de una u otra forma, normalmente somos conscientes de aquello que pagamos con dinero, pero… ¿y eso que pagas con tiempo, con seguridad, información, privacidad o con cualquier otra forma de libertad?
¿Qué es la paradoja de la privacidad?
Básicamente, se trata del hecho de que a menudo nos vemos obligados a ceder nuestra privacidad a cambio de beneficios tangibles en nuestra calidad de vida. Esta situación plantea algunas preguntas importantes, las que inician este post son solo dos, pero hay muchas más. ¿Debemos sacrificar parte o toda nuestra privacidad por el bien común?
Las respuestas dependen mucho del contexto y los factores individuales, digamos más bien que dependen de a quién le preguntemos.
De forma natural todos tenemos derecho a mantener nuestra información personal, datos e identidad en secreto, pero también tenemos el derecho de divulgarlos cuando y a quien queramos. En la medida en que muchos servicios tecnológicos aparecen frente a nosotros, tener acceso a ellos o poder disfrutarlos, aun cuando muchos tienen precio económico, también tienen un precio adicional medido en libertades.
Es decir, divulgar quiénes somos, dónde estamos o dónde hemos estado y cuándo, qué nos gusta, quiénes son nuestros familiares y amigos es parte del precio.
La triste paradoja
Durante mucho tiempo se pensó que la raíz del problema estaba en que el público consumidor desconocía la estrecha relación entre la información privada que estaba dispuesto a proveer, y el servicio que obtenía a cambio. No obstante, ya es mucho el ruido el que se ha hecho por la exposición del problema, por parte de campañas de información y concientización en medios de comunicación, activistas por las libertades individuales y algunos políticos.
La cosa es que ya no se le puede echar la culpa a la desinformación del público consumidor, resulta que a sabiendas de todo esto, somos capaces de vender mucho de nuestra intimidad personal o familiar por un poco de satisfacción. De hecho, lo hacemos constantemente dándole dirección y sentido a la paradoja de la privacidad.
Bien lo dice el dicho, «cuando algo es gratis, normalmente el producto eres tu».
Al parecer, solo cuando aparecen escándalos relacionados con esto es que cuestionamos el problema y entramos en la disyuntiva entre proteger nuestros datos personales y disfrutar del uso conveniente de la tecnología. No más por recordar, iniciando 2021, medio planeta estaba cambiando a Whatsapp por otras apps de mensajería como Telegram y Signal porque Whatsapp actualizó su política de privacidad. ¡No te hagas… tú también lo hiciste!
Pero volviste a Whatsapp ¿cierto?, fue justamente después de evaluar la disyuntiva que ya mencionamos que decidiste volver. Nadie te obligó, las verdaderas razones solo las conoces tu.
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Igual pasa con muchas otras tecnologías, no creas ni por un instante que la publicidad que ves mientras surfeas el internet, es mera casualidad. La inteligencia artificial de los buscadores sabe bien quién eres y las cosas que te gustan, esa publicidad está ahí porque ya le has dicho a la internet cosas que le hacen inferir que eso que te muestran es parte de tus gustos e intereses.
No puedes usar el GPS sin decirle al sistema donde estás o a dónde vas. Es simple, no hay otra forma. Los ejemplos son miles, te dejo la tarea de encontrarlos, pero tranquilo, son tantos que seguramente no te será difícil verlos.
Conclusión
La realización continua del equilibrio entre lo necesario para obtener conveniencia digital frente al costo de sacrificar nuestra privacidad depende de un análisis profundo de la personalidad y las circunstancias particulares de cada uno de nosotros.
Conocer los pros y contras implicados, ayuda enormemente a entender las decisiones que tomamos respecto al uso que hacemos de la tecnología, y respecto a esta paradoja existente entre la privacidad y la calidad de vida que ofrece la tecnología avanzada, que además está disponible en la actualidad socio tecnológica en la que vivimos hoy en día, muy fácil de alcanzar y aparentemente gratis, o ¿es que acaso pagas por el GPS de tu celular?
En última instancia, siempre hay algo valioso en juego al considerar este problema: tu propia seguridad y protección mientras disfrutas de las ventajas de la tecnología anteriormente mencionada.
No creo que se trate de ser paranoico, todo tiene ventajas y desventajas, todo depende de las circunstancias y el ojo de quien mire. Puede que resulte agobiante para muchos, que “alguien” sepa dónde estás en cada instante de cada día, sin embargo, eso mismo podría salvar tu vida luego de un accidente o catástrofe. Puede que parezca muy chévere compartir en tus redes sociales, quien eres y las cosas que te gustan, pero así mismo, eso puede ponerte en la mira de un depredador humano.
Eres tú quien debe valorar los riesgos que conlleva ceder información personal contra la notable mejoría de tu calidad de vida. He ahí la paradoja de la privacidad.
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